jueves, 30 de abril de 2020

MARATONES DE LECTURA


Pasó como una exhalación la casa de los maestros adventistas, con su jardín florido y un letrero en el portal: The sun shines for all.
—Fue lo primero que aprendiste en inglés —dijo mi madre.
—Lo primero no —le dije—: Lo único.
Pasó el puente de cemento y la acequia con sus aguas turbias, de cuando los gringos desviaron el río para llevárselo a las plantaciones.
—El barrio de las mujeres de la vida, donde los hombres amanecían bailando la cumbiamba con mazos de billetes encendidos en vez de velas —dijo ella.
Las bancas del camellón, los almendros oxidados por el sol, el parque de la escuelita montessoriana donde aprendí a leer. Por un instante, la imagen total del pueblo en el luminoso domingo de febrero resplandeció en la ventanilla.
—¡La estación! —exclamó mi madre—. Cómo habrá cambiado el mundo que ya nadie espera el tren.
Entonces la locomotora acabó de pitar, disminuyó la marcha y se detuvo con un lamento largo. Lo primero que me impresionó fue el silencio. Un silencio material que hubiera podido identificar con los ojos vendados entre los otros silencios del mundo. La reverberación del calor era tan intensa que todo se veía como a través de un vidrio ondulante. No había memoria alguna de la vida humana hasta donde alcanzaba la vista, ni nada que no estuviera cubierto por un rocío tenue de polvo ardiente. Mi madre permaneció todavía unos minutos en el asiento, mirando el pueblo muerto y tendido en las calles desiertas, y por fin exclamó aterrada:
—¡Dios mío!

 Fue lo único que dijo antes de bajar.



Gabriel García Márquez


Vivir para contarla
2002


8° MARATÓN DE LECTURA

Jueves 23 de Abril de 2015



Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.

                                                               Sergio Pitol








6 ° Maratón de Lectura
BOAR-CHILAC
28 de Mayo de 2014.



5° Maratón de lectura
BOAR-CHILAC
Jueves 28 de noviembre de 2013

NUESTRA META LEER 15 LIBROS
   Los bandidos de rio frio.
   El retrato de Dorian Grey.
   Metamorfosis.
   Los miserables.
   Corazón, diario de un niño.
   El conde de Montecristo.
   Diario de Ana Frank.
   Frankenstein.
   Marianela.
    Hamlet.
    Sueño de una noche de verano.
    Romeo y Julieta.
   Otelo.
    Macbeth.
   Antonio y  Cleopatra.









4º MARATON DE LA LECTURA
En sus marcas, listos….
!todos a leer¡
23 DE ABRIL 2013





3er maratón de la lectura.

7 de Diciembre del 2012






2º MARATÓN  DE  LECTURA
Tenemos una cita:
 Este viernes 12 de octubre
 2012






  Medio pan y un libro
               Federico García Lorca.


No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita, ¿y dónde están esos libros?

¡Libros!, ¡libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir: “amor, amor”, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso, Fiódor Dostoyevski, padre de la Revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: “¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua, pedía libros, es decir horizontes, es decir escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.




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